El Directivo se concibe como la persona capaz de gestionar una institución educativa autónoma, con las responsabilidades que esto implica, y sin que ello signifique ausencia de marcos referenciales (nacionales y locales) claramente definidos.
Para ello, es necesario que el directivo incorpore cada vez más las dimensiones pedagógica y comunitaria a la tarea cotidiana.
El Directivo deberá superar el rol exclusivamente administrativo y avanzar hacia nuevos aspectos de la gestión educativa, por ejemplo, la función de orientación. Estrechando su relación con la comunidad e interpretando sus intereses y necesidades; con el propósito de tener un diálogo fluido con el mundo del trabajo, regional y local. además se ha de preparar para ejercer la función de mediador, o sea de autoridad posicionada más allá de ciertas controversias, siendo capaz también de sostener la confrontación intelectual e ideológica utilizándolas a favor del crecimiento institucional.